Etimológicamente, Ortodoncia deriva de los términos griegos ortos (recto) y odontos (diente),
es decir, sería aquella ciencia encargada de "enderezar" los dientes o de corregir las irregularidades en las posiciones dentarias.
Se ha estimado en nuestro medio que, aproximadamente el 50% de la población en dentición permanente temprana (12 a 14 años de edad) requeriría algún tipo de intervención
ortodóncica. En la actualidad, habría que añadir a lo ya mencionado el notable incremento en la demanda de tratamiento ortodóncico por parte de personas adultas, debido a que progresivamente mayor
número de ellas mantienen sus dientes durante más tiempo, interesadas en su estética y salud dentofacial.
Existen muchos motivos por los que tener en cuenta un tratamiento ortodóncico:
- La experiencia clínica sugiere que en niños susceptibles, que además mantienen una dieta inadecuada, el apiñamiento dentario puede disminuir el potencial para la
autolimpieza natural de los dientes e incrementar el riesgo de caries.
- Existen ciertas anomalías oclusales que, a veces, pueden poner en peligro el soporte periodontal.
- El riesgo de lesión traumática de los incisivos superiores aumenta con la intensidad del resalte que presentan.
- Los dientes que no erupcionan en la cavidad bucal pueden, en ocasiones, causar daño.
- Pacientes que presentan importantes resaltes negativos se quejan frecuentemente de dificultades masticatorias, particularmente con el proceso de
corte de los alimentos.
- En general, el habla se ve raramente afectado por la existencia de una maloclusión, a la vez que la corrección de las maloclusiones tiene también poca capacidad de
corregir defectos en el habla. No obstante, pueden encontrarse situaciones extremas en que la deformidad preexistente, base de la alteración oclusal, dificulte la producción precisa
o correcta de determinados sonidos.
- Los desórdenes témporo-mandibulares son las distintas enfermedades de los músculos de la masticación y aquellas que involucran uno o ambos complejos articulares
témporo-mandibulares. De toda esta amplia gama de enfermedades, las más frecuentes son, sin duda, las miopatías funcionales y las artropatías tipo luxación
disco-condilar y artrosis.
- Graves anomalías del desarrollo dentofacial y las maloclusiones más severas tienen un efecto claramente negativo sobre el bienestar psicosocial y
autoestima de las personas, el impacto de otros problemas oclusales moderados o leves es altamente variable y viene modulado por factores sociales y culturales en los que se desenvuelven los
individuos.
Para el diagnóstico se utilizará la historia médica y odontológica completa, modelos de estudio, fotografías, radiografías panorámicas u ortopantomografías, la telerradiografía lateral
de cabeza y la radiografía periapical u oclusal de los incisivos inferiores.
En el tratamiento ortopédico se pueden utilizar:
- Aparatos funcionales, primariamente dirigidos a facilitar el crecimiento de la mandíbula.
- Tracción extraoral, empleada para restringir el crecimiento del maxilar superior.
- Mentonera. Aparato extraoral que descansa sobre la barbilla y unida a un soporte o casquete occipital, disponiendo a cada lado de un módulo de tracción.
- Máscara facial para desplazar anteriormente el maxilar superior o estimular su crecimiento en esta dirección.
- Un aparato de disyunción, cuya función será la de conseguir una expansión del maxilar superior abriendo la sutura palatina media.
En el tratamiento ortodóncico:
- Brackets. El tipo de aparatos más difundido y conocido son los brackets metálicos. Se colocan en la cara externa del diente (la cara visible). Cada bracket se
adhiere al diente en su superficie sin rodearlo. Los cerámicos son de color similar al del diente, o bien, transparentes. Se colocan también en la cara visible del diente. El tratamiento con uno u
otro bracket es idéntico, las funciones que cumplen son iguales. La elección del tipo de tratamiento va a depender del deseo de llevar adelante un tratamiento de ortodoncia “menos visible”. El coste
varía, siendo mayor en el caso de brackets estéticos.
- Ortodoncia lingual. Es un tipo de tratamiento en el que los brackets se colocan en la cara interna de los dientes. De esta forma, resulta “invisible” desde el
exterior. Encontró gran auge los últimos años debido a que ha demostrado ser ampliamente eficaz, con notoria ventaja estética en comparación con los métodos convencionales. El término “ortodoncia
lingual” alude a que los brackets van colocados en la “cara lingual” de los dientes.
- Invisalign®. Es un aparato de ortodoncia invisible que se presenta como la alternativa actual a los tradicionales brackets y alambres. Es prácticamente
indetectable, fácil de usar y cómodo de llevar. Se trata de un conjunto de férulas o alineadores que, colocados de forma progresiva, van moviendo los dientes hasta la situación deseada. Estas férulas
van aplicando fuerzas sobre los dientes para variar su posición, de la misma manera que lo haría un bracket.
Cuando la discrepancia esquelética en un adulto es excesiva, no podemos llevar a cabo procedimientos de camuflaje ortodóncico por medio de extracciones dentarias en el maxilar que se
presenta más prominente. Esta compensación dentoalveolar no sería suficiente para corregir la deformación facial y no crearía correctas relaciones oclusales. Por tanto, debemos buscar la colaboración
de la cirugía de maxilares, cirugía ortognática, que llevaría a los mismos a una correcta disposición espacial en los tres planos del espacio.
Para mantener los dientes en una posición estética y funcional óptima utilizaremos una retención, que puede ser:
- Placas removibles. Los aparatos removibles pueden ser un medio de retención muy eficaz para contrarrestar la inestabilidad intraarcada y también como retenedores
en pacientes con problemas de crecimiento.
- Férulas. Son aparatos removibles transparentes que se utilizan para mantener cada diente en su posición.
- Retención fija. Los retenedores ortodóncicos fijos se emplean normalmente en situaciones en las que se prevé una inestabilidad intraarcada cuando es probable que
surjan problemas de irregularidad en una determinada zona, y se ha planeado una retención prolongada.
La duración media de un tratamiento de ortodoncia es de dos años aproximadamente, pero depende del tipo de tratamiento que se realice, que a su vez depende de la dificultad del caso
y del momento de tratarse. Como máximo, no debería de pasar los dos años y medio. Normalmente, las visitas de control son una vez al mes, salvo cuando tengamos que colocar inicialmente los aparatos
que, en ocasiones, tienen que ser antes. El precio varía según el tipo de tratamiento a realizar.